Una pequeña gran experiencia la vivida en el Restaurante Picasso en Kathmandu.

En una de mis escapadas, en Nagarkot exactamente, conocí a una pareja de amigos, ella se llama Ramona (la mencioné en un post antiguo, India pero que vive en Nepal). El caso es que intercambiamos números y para mi sorpresa me llamó estando en Kathmandu para comer juntos.
Comimos en Thamel, el centro de Kathmandu, en un restaurante italiano, al final de la comida su amigo nos invitó a una fiesta privada para celebrar su cumpleaños.
Nosotros encantados aceptamos, y allá que fuimos con toda la curiosidad y emoción por poder ver y vivir desde dentro una fiesta India-Nepalí.
La celebración resultó ser de “alto-standing”, nos recogieron en coche privado para acercarnos al lugar de la fiesta, la jet set del país estaba allí, el padre del cumpleañero sin ir más lejos había introducido hace muchos años el transporte entre India y Nepal, y por supuesto, tiene el monopolio; entre los invitados también había jefes de policía, directores de escuela y algún político; el que más se interesó en mí fue el propietario de varios restaurantes en Nepal, por el hecho de que yo me dedico a la restauración en España.

Tuvimos una agradable conversación la cual concluyó invitándome a su restaurante en los próximos días para que disfrutase de su cocina y me pidió si podía ayudar a mejorar algo que lo hiciese.
Al cabo de un par de días recibí su llamada concretando el día, la hora y donde se encontraba el restaurante al que quería que me acercase.
David y yo fuimos para allí con la intención de disfrutar de una agradable comida.
Cuál fue mi sorpresa cuando llegué, lo que realmente quería era que entrase a la cocina y me pusiese entre fogones para elaborar algún plato nuevo para introducir en su carta; ya que el nombre del restaurante Picasso tiene esencia española, aunque no muchos de los platos de su carta. Con una espléndida sonrisa en mi cara, acepté más que encantada.

Considerando la “limitación” de ingredientes y pensando en platos sencillos y básicos en la dieta española (yo tirando más a mediterránea) sugerimos cuatro platos:
*Tortilla de patata con cebolla
*Pan Tumaca (Lo hizo David)
*Ensalada Mediterránea (con una salsa de manzana, pasas, bacon, miel y vinagre balsámico de módena, he de añadir que esta receta me la enseñó un buen amigo)
*Dulcinea Entrecotte (El nombre escogido por David y yo, ya que Dulcinea la amada imaginaria de Don Quijote, daba ese toque español al nombre y además considerando que esté plato lo elaboré con cebolla caramelizada y queso fundido con mermerlada de arándanos, era un nombre idóneo).

Durante la elaboración los cocineros estaban encandilados, no paraban de preguntar y anotar cada paso del proceso.
Encontrarme dentro de una cocina después de tantos meses, valorada y admirada, fue una sensación tremendamente gratificante. Además David dice que la sonrisa no desaparecía ni un segundo de mi cara, que la pasión que emanaba de mí se podía palpar en el ambiente.
Se que son platos sencillos, pero aún así la cocina es un mundo donde no se trata sólo de los ingredientes y productos, sino de la forma de elaborar, criterios y actitud.
Por ello a pesar de ser platos humildes, ellos lo valoraron como algo realmente excepcional, y al final es lo que contaba en este punto.

Algo que enseñar, mucho que aprender. ¿No es maravillosa y sorprendente la vida?
Lo es.

Simplemente N, casi cocinera!!

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