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200 razones por…
Yo estoy cansadita de razones por aquí, etiquetas por allá. De esto es lo que debes hacer si quieres ser feliz. Estas son las pautas para una vida mejor, éstas son las características de una buena pareja, etc.
Me parecen un tostón todos estos artículos. Tanto en contenido, como falta de originalidad y para colmo ¿qué ha pasado con los CONECTORES? con lo enriquecedores que son: sin embargo, además, en vez de, en cuanto a…etc! Tenemos muchísimos en nuestra querida lengua española.
Llevo sin escribir (o más bien sin publicar) desde hace meses porque veo a mi alrededor que aquí todo el mundo es capaz de escribir, lo cual me ha dado lugar a una introspección.
Para empezar, intimida. Ya que si yo quiero ser escritora y todo el mundo tiene la capacidad de escribir, la probabilidad de que yo pueda sustentarme de ello va reduciéndose.
Por otro lado, es formidable que las tecnologías permitan esta expansión y que todo el mundo tenga la oportunidad de expresarse.
Al mismo tiempo, es un arma de doble filo y me pregunto ¿todo vale?
Es cierto que científicamente está comprobado que ciertas rutinas y hábitos harán de tu cuerpo y mente un lugar más agradable donde vivir, y que la esperanza de vida junto con la calidad de ésta será más óptima. Pero de ahí a que generalicemos unas reglas, convirtiéndolas en certezas, las cuales sobrepasan y limitan nuestra libertad de decisión, hay un gran intervalo.
Sin embargo, criticamos la uniformidad pero luego actuamos como si anhelásemos esa alineación. Lo hacemos mediante la lectura y distribución de artículos, devoramos vídeos, juzgamos lo que es diferente ¡qué paradoja!
Todo lo que no siga esos parámetros que hemos o han establecido en nuestra mente como los “correctos”, deja de ser válido.
Está de moda encasillar. Yo soy la primera que me he llamado a mí misma pija, hippie, vegana, alternativa, atea, y ¡qué se yo…!
Reflexionando sobre ello, ¿queremos o necesitamos ser etiquetados?
Las etiquetas van asociadas a unos estereotipos, prejuicios que la mayor parte de las veces están fuera de nuestro control, ya que asaltan nuestra mente antes de percibir que estamos juzgando.
Me gustaría exponer esto con mi experiencia personal y ejemplos más ilustrativos: El veganismo y Yoga.
Desde hace alrededor de cuatro años llevo, he estado llevando, una dieta Vegana. Por si no conoces el término, lo cual es legítimo, supone una persona que no come ni usa nada de procedencia animal, es decir no sólo carne, sino también huevos, quesos, pieles, productos cosméticos que contienen o experimenten en animales, incluso tabaco que experimentan en animales, y muchos más datos que estoy segura te sorprendería el hecho de que contenga o se experimente de forma tan insensible con otros seres vivientes (que también sufren).
La realidad es, que cuando estuve viviendo con una persona vegana, todo fue mucho más fácil de llevar. las tentaciones eran menores, uno apoyaba al otro, ambos teníamos intereses y propósitos comunes, etc.
Es decir, como en cualquier comunidad, si te rodeas “de los tuyos” todo es más creíble, factible, y posible. Tener personas a tu alrededor que te motivan y te hacen sentir bien por algo nos hace más fácil el camino.
En cambio, cuando tú eres la única persona que tiene una idea, o una convicción, y alrededor nadie piensa como tú, y si lo hace no se pronuncia, hemos de reconocer que la situación se torna más retadora e interesante.
Lo de interesante me refiero a que había pasado de ser admirada a ser considerada un bicho raro por el hecho de ser vegana.
Cuando cambié mi entorno lo más común que escuchaba (y sigue ocurriendo) era la pregunta: ¿qué comes? ¿césped?. Aunque me hubiera gustado más que me preguntasen ¿y qué comes para tener una dieta rica y nutritiva?, si es posible con interés de escuchar.
Porque si sólo quieres criticar..cállate. De verdad, ¡cállate!. Si ni siquiera te has documentado sobre el tema, ten un poco de humildad. Bueno, vale, si quieres criticar por lo menos que sea constructiva ¿no?, porque criticar por criticar ¿a dónde te lleva? Más que a intentar hundir a esa persona, a desmotivarla o a que quedes en ridículo.
Es como una crítica que recibí de mi libro. Todo era negativo en su conjunto y las palabras destructivas. Por supuesto, no contesté. ¿Qué puedo ganar de ello si ni siquiera sobresalta lo que tan poco te ha gustado? Es estúpido, nocivo y una pérdida de tiempo y energía para el que la recibe.
Volviendo al ejemplo del veganismo, lo más gracioso es que yo a día de hoy no sigo una dieta estricta vegana y si me apetece comer algún producto de origen animal lo haría. Como practicante de yoga que soy, tampoco sigo todos los pasos que los libros de Yoga dicen debes seguir.
Me niego, o más bien Me Acepto. Acepto a mi ser y esto significa que no quiero ser etiquetada como Vegana y tener que limitarme a lo que esa comunidad diga, o no quiero que cuando alguien piense en Yoga piensen que has de ser una persona súper delgada, hipermegaflexible, que practica sólo sexo tántrico, es vegetariana, etc.
Yoga como ya escribí en otro artículo significa mucho más que eso, y de hecho hay personas que sin practicar Asanas (los ejercicios físicos que vulgarmente denominamos Yoga) son practicantes de esa unión de mente y cuerpo, son ejemplo de generosidad y compasión.
Como consecuencia de esta actitud, durante mi vida me he sentido sola ante el mundo en muchas ocasiones, como por ejemplo el día que me pronuncié atea en un colegio de Monjas, cuando hace años practicaba yoga y nadie entendía ni quería entender qué suponía esa práctica, cuando decidí que no quería trabajar como la sociedad quería que lo hiciese empero hacer lo que haya venido a hacer a este universo, o cuando proclamé que yo sí creía en relaciones abiertas o poliamóricas.
La cuestión no es si todavía creo o no en todo lo anterior nombrado, el punto que quiero resaltar es lo que yo he aprendido. No hay correcto, o incorrecto. Debo matizar que cuando digo correcto o incorrecto me refiero a que cualquier decisión que no haga sufrir a otro ser es genuina, desde mi punto de vista, la comprenda más o menos.
El caso de la persona X sufre porque la persona Z ya no la quiere, no es válida, ya que la persona X no puede controlar ni imponer ser amada por otra. En conclusión, la persona Z tiene la libertad de querer o dejar de querer.
Y después de estos y muchos otros pensamientos BASURA, porque muchos son basura.
Mi Ser me dice: ¿Y tú qué piensas? ¿Y tú qué quieres? Y tú por qué lo quieres?
¿Te sientes mal por ello? Y en caso de que sí, ¿Por qué te sientes culpable?
Sociológicamente hablando, tenemos la necesidad de tener una identidad, de pertenecer a un grupo, no obstante ¿quién no quiere sentirse único, especial?
Pues ahora me he dado cuenta de que no soy ni quiero ser todo eso, yo soy Nita/Tania. Sigo etiquetando, juzgando, no voy a ser hipócrita pero trabajo cada día de mi vida por evolucionar y convertirme en un ser más humilde y compasivo.
Porque yo sí creo que cada individuo es único. Todos tenemos cosas en común asimismo diferencias.
Lo que yo implico son un conjunto de características que yo defino, no me definen ellas a mí.
Deja espacio en tu vida para lo inesperado. Suspende tus creencias lo suficiente para dejar paso a ideas, experiencias y personas que están fuera de tu status quo. Amplía tu consciencia más allá de las nociones limitadas de tu zona de confort, y tal vez puedas experimentar algo más grande y mejor de lo que nunca has sido capaz de soñar.
AH! Y déjate llevar y/o volar 😉
Esto es realmente interesante, eres un blogger muy profesional. Me he unido a tu RSS y me gustaria disfrutar más cosas en este gran blog. Además, !he compartido tu sitio en mis redes sociales!
Saludos
Hola Nita! Soy de Argentina y vengo realizando el reto 20 días que encontré en tu canal de YouTube. Llegué al día 12. Mñn me toca el día 13. Pero resulta que YouTube no me permite ver ni esa sesión ni la del día 14. ¿Dónde puedo verlas? Gracias
Estoy de acuerdo. Al igual que las palabras, son herramientas para la comunicación, la cual nos ha permitido evolucionar. Pero el problema llega cuando esas etiquetas se dan por hecho sin plantearse nada más. Ahí reside la cuestión: hay que promover la consciencia. Un abrazo lleno de luz Lau.
De base, las etiquetas o prejuicios nos ayudan a entender el mundo que nos rodea; es un mecanismo inconsciente que nos permite clasificar aquello que vemos y ponerle un «nombre». Es así como el ser humano ha evolucionado, gracias a estas herramientas inconscientes de la mente que le aportan un significado al mundo exterior. Sin embargo, si queremos ir más allá y ahondar en comprender lo que está detrás de lo que vemos….es nuesta responsabilidad aprende, y en este caso preocuparnos por conocer a aquellas personas a las cuales ponemos una pre-etiqueta sin conocerles. Conocer sus motivos y su pasado, no prejuzgar antes de tiempo. Se aprende mucho de las personas ya que tod@s somos ÚNIC@S