Dicen que me he convertido en Israelí, en cualquiera de los casos mis raíces son Españolas de pura cepa.
He sobrevivido a la molesta curiosidad de los Israelís. He aprendido Hebreo. He tratado de entender el humor judío, e incluso disfrutar de las celebraciones “religiosas” (como tradición, no religión, por supuesto). He soportado su pésima conducción (no saben para qué sirven los intermitentes, tal vez creen que son decorativos, ni cuál es el orden en una rotonda, y si lo saben les es totalmente indiferente). He entendido que el tiempo en Israel no tiene nada que ver con el concepto de tiempo en el resto del mundo (un país en donde los trenes casi nunca llegan a tiempo se define por sí mismo, ¡ah! Y no te devuelven el dinero cada vez que se retrasa como en RENFE, o sea, que no es fiable ni reembolsable pero ¡hay WIFI!).
Quejarse es otro deporte nacional en la Tierra Sagrada -¡protestan por todo, este hábito me agota!- No puedo evitar compartirlo, probablemente son los peores clientes del mundo.
Aún así me encantan, porque al mismo tiempo son honestos y directos. Puedes escuchar la misma cantidad de quejas como de piropos.
Sin embargo, no todo el mundo encaja o consigue cuajar en este contexto social.
Una parte de los amigos que he hecho en Israel son extranjeros. Los que son judíos encuentran este país como su segundo hogar, en cambio los que no lo son, la mayoría, se han encontrado diciéndose a sí mismos algo así como: “Es oficial. Me marcho de Tel Aviv. Sol, playa y el estilo de vida Mediterráneo no va conmigo en absoluto” (Ida, Suecia). “No me he sentido bien en Israel durante mucho tiempo. Era infeliz” (Luisa, Alemania). “Sino tuviese niños, sin duda alguna que no estaría aquí, no entiendo la forma de vida de los Israelís” (Lili, España).
A pesar de sus desventajas, como en todos lados las hay, por el momento yo soy feliz en el medio oriente.
Volviendo a la infinita curiosidad Israelí, hay una pregunta que se repite constantemente:
«¿Cuánto tiempo te vas a quedar en Israel? O ¿Te quedas para siempre en Israel?”
A lo cual, últimamente, me ha parecido correcto contestar con:
«¿Cuándo tienes planeado morir?”
Soy consciente del hecho de que suena una dura respuesta pero es realmente lo que pienso.
No veo la vida como tú, si eres el que pregunta. No soy una gran planificadora, al menos en mi vida personal, por lo tanto no hallo respuesta.
No sé donde estaré mañana, ¿cómo esperas que sepa si quiero “vivir para siempre y comer perdices” (en mi caso tofu ) en Israel?.
Aunque no desecharía la posibilidad de vivir para siempre, si fuera posible :p
Hace no mucho acabó la Navidad. A penas he podido sentir esa energía navideña, a excepción de la maravillosa visita de mi hermana para el día de nochebuena.
Lo que me resulta divertido es que yo solía odiar la Navidad, todas las connotaciones eran oscuras y negativas. ¿Regalos? Consumismo. ¿Familia? Rota. ¿Gratitud? Falsa. ¿Religión? Este concepto no ha cambiado, con el tiempo sigue siendo estático y se fortalece: Opio.
Después de tantos años lejos de mi tierra natal, he de admitir sin vergüenza que: ¡¡adoro la Navidad!!
Y Especialmente en estas fiestas la persona que más he echado de menos ha sido mi abuelita y su amor incondicional.
Si me he de identificar con alguna persona de mi familia, no sería con mi padre o mi madre, por supuesto que hay características más y menos deseadas de ellos en mí, pero es cuando veo a mi abuelita cuando sin lugar a dudas puedo ver un reflejo de mí misma.
Ella ya tiene más de ochenta añazos, y todavía es una de las personas con más vitalidad que haya conocido nunca (no me extrañaría que todavía condujese, estoy de acuerdo, es un peligro).
Tiene un espíritu aventurero, por ello viajar ha sido una de sus grandes influencias en mí. Hemos viajado alrededor del mundo desde que nací, ella se ha encargado siempre de promover y difundir esa tradición familiar, además de remarcar lo importante que es observar y aprender de otras culturas.
Ella aceptaría cualquier cosa que provenga de mí y mis ideas, acogería cualquier persona que viniese a mi lado, simplemente por el hecho de que yo lo he elegido así. Ella habla de mí como si yo fuera la única estrella en el universo.
Pasión, ofreciendo amor infinito, vulnerabilidad, irascibilidad, sensibilidad, cariñosa, lista, cabezota y más, son adjetivos que definen esta inimitable mujer que “por siempre jamás” tendrá un lugar imborrable en mi alma.
Ella siempre pensó que yo me convertiría en una Periodista por mis habilidades literarias; tras finalizar mi carrera universitaria en Business y esas cosas, construyendo un camino con objetivos definidos, totalmente diferentes a lo que soy hoy en día, mi leyenda personal comenzó. Del mismo modo, no se sorprendió ni un poquito cuando anuncié que estaba totalmente decidida a dejarlo todo y ser Escritora. Ella simplemente lloró y dijo: Yo creo en ti, yo sabía que este día llegaría, y soy feliz de estar viva para poder leer tus lineas.
Estoy segura de que ella me añora al menos el doble de lo que yo soy capaz de extrañarla. “Por eso estas palabras son para llenar tu corazón, hacer temblar esa boca sincera y arriesgada, y que tus ojos cristalinos nunca olviden la imagen de que yo soy como tú gracias a ti”
Un detalle insignificante es, que gracias a la causalidad o casualidad, ella se llama igual que mi otro gran amor, mi hermana y luz de mi vida: Rosa o Rosita.
{A estas alturas puede ser que la mayoría de los lectores hayan parado de leer porque esto habla sobre mí y mis circunstancias, pero sinceramente me importa bien poco. Por si no lo sabías, he decidido que escribo para mí}.
Toda esta recopilación de pensamientos y nostalgia me hace pensar en el Síndrome de Ulises por distintas razones.
La primera es obvia. Ahora que soy inmigrante, y como tal, la añoranza, estrés, desubicación,o frustración forman parte del paquete completo y de ese Síndrome de Ulises (aunque normalmente se habla de él en casos mucho más radicales).
Por ejemplo, el hecho de no encontrar un trabajo donde aplicar tus conocimientos o habilidades, o la incapacidad de cruzar las barreras a nivel comunicativo, es fácil quedarse estancado o caer de vez en cuando en la fatal desesperación.
Por otro lado, en términos filosóficos y literarios, Ulises es una figura que tiene una vida emocionante llena de aventuras y peligros, lo cual cuadra a la perfección con una persona como yo. A pesar de sacrificar la estabilidad de una vida más común, alegremente la escojo asumiendo sus consecuencias y riesgos, como Ulises hizo.
Además, también tenemos “El complejo de Ulises” que se refiere a personas atadas, comprometidas de forma voluntaria a una persona, definiéndola consciente o inconscientemente como su verdadero amor, aunque poseen la necesidad de disfrutar de otras compañías.
La bombilla que aparece en la cabeza lleva escrita en fluorescente: Infidelidad, engaño, traición, etc.
No obstante, es más complejo que eso y hay personas que requieren de un tratamiento.
A esto se le puede reconocer o equivocar con AMOR LIBRE o relación abierta.
Al contrario, no debemos confundir lo anterior mencionado o situaciones de infidelidad con una relación abierta, donde dos personas deciden conjuntamente siguiendo unas reglas y normas continuar una relación con honestidad y transparencia como pilares.
La diferencia difiere en que cuando se tiene el complejo se hace porque no queda más remedio, sin términos, ni normas, no necesariamente honestidad se encuentra en la pareja. Por el contrario, en una relación abierta se han determinado unos límites o normas, honestidad, transparencia, y la madurez que ambas personas poseen les llevan a disfrutar sin culpabilidad ni necesidad de esconder ese tipo de relación, convirtiéndose en una forma totalmente válida de amar.
Ordenando esta variedad de pensamientos, me gustaría añadir que yo no soy la persona más tolerante del mundo, aunque intento cambiarlo, pero tampoco es fácil hablar de uno mismo cuando no sigues los parámetros que la sociedad marca, en ningún campo.
AMOR LIBRE tiene una mala reputación, y cuando se menciona (no necesariamente porque sigas esa particular forma de relación de pareja) la gente te mira como si estuvieses loca, o si fueras sucia, inestable, o inmadura; la ironía reside en que se necesitan los adjetivos opuestos para poder conseguir ese tipo de relación: madurez, seguridad, lealtad hacia tus principios y los de tu pareja, y la mayoría de las veces buscas este tipo de relación en una relación estable. Lo cual no es contradictorio, sino complementario.
Conversar sobre ello no significa que has de estar de acuerdo y cambiar to forma de vida, pero no está de más escuchar, y abrir tu mente para ver todos los colores no sólo los más comunes.
Recordándome a mí misma que mi Abuelita, Rosita, respetaría incluso esta perspectiva y opción de vida, me hace cree en TOLERANCIA y ESPERANZA.
«El secreto está en mantener lúdicamente el timón entre las curvas olas de la locura y la línea recta de la lógica”
Salvador Dalí i Domenech.