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Hoy vuelvo con una de mis cartas, con una historia real y aprendizajes.

Tenía un viaje preparado con una amiga que verdaderamente quiero, aprecio y me gusta pasar tiempo con ella.

Al mismo tiempo, tenía muchas resistencias internas y vívidas.

No me apetecía en absoluto irme de viaje en ese momento y no tenía nada que ver con la compañía.

Sencillamente sabía que tenía y necesitaba descansar. Pasar los días a un ritmo que fuera solo mío sin organizarme con nadie. Fluir sin tener en cuenta la opinión de nadie.

Lo que ocurre es que me había comprometido y yo le doy mucho valor a la palabra, porque me trastorna cuando las personas no la cumplen y me lleno de culpa cuando yo no cumplo la mía.

Aún no estando en absoluto al cien por cien para irme, con una infección de orina y mucha fatiga – señales que no deberían ser eludidas – mi ser definitivamente no quería irse de casa en ese momento, y no lo respeté.

“¿Qué clase de persona Egoísta soy si me escucho a mí y a mis necesidades?”

“Será mi mente queriéndome engañar, y queriéndose aferrar a un cierto confort” – Me dije ilusamente, ya que tengo que confesar que vivo en un paraíso y tras una década de vida nómada me cuesta mucho más salir de mi hogar.

¿Hay algo de malo en quedarse en casa?

Mi yo ideal me dice que Sí. Que es tremendamente Egoísta, que estoy alimentando a mi Ego y priorizando mis necesidades.

Me he comprometido en irme de Viaje y por lo tanto debería irme, algo no funciona cómo debería si no quiero irme de vacaciones; ¿cómo no voy a querer irme de “vacaciones” si es lo que todo el mundo espera los restantes 330 días del año?

Entonces, yo que suelo estar conectada con mi ser y vivo en un mundo paralelo, en vez de hacerme caso a mí, me sometí a la culpa y la presión inventada social.

Ignorando todo el estrés, señales físicas, resistencia mental, y suponiéndome una auténtica lucha: Me obligo a irme al viaje.

Por supuesto que disfruto de muchas partes, no es una pesadilla ni nada parecido, y sobre todo cuando hay presencia hasta en la tristeza hay alegría; claro que otras señales comienzan a erupcionar de que algo no está bien: me estriño sobremanera, y empiezo a sangrar cuando voy al baño (esto a mí no me había ocurrido desde que era niña, y es algo que nunca se debe normalizar), me encuentro ambivalente ante lo que vivo, muy indiferente que no es contenta.

No estoy irritada, acepto donde estoy aún parte de mí no queriendo estar ahí.

Porque no hay nada en ningún lugar que me pueda ofrecer lo que me ofrece estar en mi hogar ahora mismo: el descanso sin más, con simpleza absoluta.

Lo que ocurre, es algo más profundo:

La tendencia que se observa habitualmente es la  vivir por Inercia, aparejado a “quedar bien”, a ser “diplomático” ante las circunstancias. 

Una vez emprendes el viaje de la consciencia, expandiendo la capacidad de ver sin filtros tu realidad, es muy costoso tomar decisiones que no resuenen con tus principios y valores.

Y cuando eso lo pasas por alto, y tomas decisiones que te corrompen, cayendo en la inercia, acabas
pagando un alto precio; es el precio de la inmoralidad e incoherencia hacia ti misma/o. 

Desde el momento que reconoces la realidad, y te Obligas a hacer algo que sabes que es un NO, comienza la incongruencia. Y tu cuerpo, comienza a gritarte. Otra cosa, es que sepas o quieras escucharlo. Sino lo haces, cada vez gritará con más fuerza.

Cuando llego a lo que considero un límite, una mañana le digo a mi amiga: “quiero irme antes de lo previsto” Ya se veía venir porque le había comentado esto varias veces y ya habíamos renegociado el día de regreso.

He viajado durante años y muy pocas veces me ha preocupado cuando regreso. Esto para mí son señales que estaba eludiendo.

¿Por qué? Por complacer. Por cumplir mi palabra. Por la otra persona.

Nos volvemos esclavos cuando creemos que los fines y necesidades de los demás son más importantes que los propios.

Y nos volvemos esclavos cuando nos sacrificamos por otra persona.

Nadie es un medio para los fines de otro.

Las relaciones sanas no son de subordinación sino de cooperación.

No se nos ha educado para seguir el camino de la alegría.

¿Cuánto se nos ha alimentado y se alimenta en torno a no ser Egoísta y ser Altruista?

¿Cuánto se demoniza al Ego?

¿Cuánto se ensalza al que se sacrifica?
La ética parece ser que es la de vivir orientado a los demás.

Rescato y recuerdo lo que Aristóteles llamaba el amor propio, o Kant con el deber hacia uno mismo.

Como mujer, se suma el falso rol de Bondad en el que se nos ha etiquetado durante siglos en el que se elogia la renuncia, el sacrificio, el que el otro/a está por delante de ti. De hecho, no es casualidad que haya muchas más mujeres deprimidas que hombres.

Nace un conflicto que es evitable y falso:

La creencia de que mi bien y el del otro está en conflicto.

Las creencias y educación nos dice que El egoísta piensa en su bien, y el altruista en el bien de los demás.

Es un falso dilema. No hay un conflicto entre el egoísmo noble y el altruismo genuinoSi me centro en mi genuino bien se va a proyectar en el otro.

Lo que es importante para mi yo real, es lo mejor para el otro y a la inversa.

Los conflictos de intereses se dan en el plano de nuestros yo ideales/superficiales guiados por patrones y creencias que nos engañan.

Me centro en mí, y desde mí me encuentro con el otro. Me encuentro con el otro desde la unidad y no separación.

Para estar en ti supone mucha Valentía, autonomía, coraje y escucha.

El hecho de que cada una se ocupe de sí misma, se responsabilice de sí misma no hay posibilidad de que la relación sea tóxica, de que haya fertilizantes para la culpabilidad, para la mediocridad.

Con lo que finalmente no me reprimo más y le comunico a mi querida amiga:

“Yo me marcho, por favor quédate viajando si así lo deseas, le ofrezco incluso mi vehículo.

Yo me marcho, porque ahora puedo volver con la seguridad de que pudiendo decidir donde estar quiero habitar otro lugar y me priorizo. Puedo darte todo genuinamente cuando sencillamente Soy, sin demandas propias ni ajenas”.
Ahí descanso en paz;

Para volver al silencio y el espacio propio desde donde seguir cultivando los dones que hoy me permiten comunicarme contigo abiertamente, ser de alguna forma un empuje de inspiración para que vivas tu vida con coherencia, con independencia y alegría.

Por otro lado, la historia no acaba ahí, ya que quedan partes por reflexionar. ¿qué hay de la responsabilidad y acción de la otra persona?

¿qué hay del poder vivir en paz estemos donde estemos?

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Hasta aquí parte de la historia. En una próxima carta te seguiré contando; me encantará si quieres comentarme algo de vuelta, siempre es fuego para mi creatividad leer tus reflexiones y preguntas.

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