¿Dónde acaba mi responsabilidad y comienza la de la otra persona?
¿Qué hay del poder vivir en paz estemos donde estemos?
Con estas preguntas concluía la carta anterior.
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El altruismo nos llena la boca, es fácil perderse en esa palabra que nos envuelve e hipnotiza a nuestro Ego Vulgar.
Cuán fácil es también desdibujarnos y perdernos en esas concepciones erradas.
Nos volvemos dependientes: si me vacío de mí, lo lleno con actos de Dar, y busco el reconocimiento de mi sacrificio.
Detrás de ese falso altruismo, hay una inmadurez emocional y vital; exigencias y demandas ocultas, que esconden aún más patrones.
Le pregunté a mi amiga:
- “¿De qué estás huyendo tú?, “¿Por qué querías tanto hacer este viaje, seguiste insistiendo en que tú podrías sostener lo que viniese, aún sabiendo que yo estaba en duda?”-.
- Ella contestó entonces: “yo no estaba huyendo” – no lo sabía aún, pero se estaba engañando a sí misma.
Adelantamos nuestro regreso y ya cada una en su hogar, un par de días después le escribí:
- ¿Sientes algo que quieras comunicarme? ¿hay enfado, rabia, comprensión?
- A lo que ella respondió: “Sí, que Te quiero. Ahora ya en la distancia y estando en la tranquilidad de casa siento quizás no era ni tu momento para hacer un viaje ni el mío para hacerlo con alguien. Pero no me arrepiento de nada. Me lo he pasado super bien. Miro atrás, y solo me vienen los momentos de risas”.
¿Con estos retales de mi vida qué pretendo transmitirte?
Que ahí vemos los frutos y la importancia de la práctica.
De mirarnos.
De conocernos y reconocernos.
De aprender a respetar nuestros momentos sagrados.
De escuchar al cuerpo, cultivar el silencio para escuchar susurros que sino son atendidos se convertirán en gritos.
La siguiente pregunta que nos concierne, siempre te animaré a que te preguntes despertando a tu filósofa/o interior;
¿cómo voy a ser plenamente yo sino acepto lo que soy?
Un requisito básico en el camino de la alegría es la auto aceptación. Si esto no existe no hay relación honesta con una misma, y menos aún con nuestro entorno y vínculos.
Sin esta honestidad, esta situación cotidiana que te he compartido no hubiese resultado en un intercambio vulnerable, amoroso, y en el que esta amistad sólo ha hecho que consolidarse más.
Algo que nos obstruye, y muchas veces yace en el subconsciente, son patrones de inferioridad y mediocridad, de comparación con otras personas
¿cuál es el fundamento de la auto aceptación y amor propio?
Para fundamentar el amor propio hemos de comprender que tú, yo, cada una de nosotras es una manifestación sagrada de la vida, es una expresión del ser, de amor, de inteligencia, de vida, de energía, que por lo tanto posee un valor intrínseco y sagrado.
Somos expresión de la vida y de Inteligencia, de energía, de conciencia.
Además, cada uno de nosotros, que es una expresión de esa VIDA tiene un rostro único, cada ser humano es una obra de arte única.
Comprendiendo eso no habrá el tú o yo, sino el tú y yo.
Relacionándonos desde la acción bella y noble.
Si hay placer en dar y en recibir, se trasciende el dilema del Egoísmo y altruismo.
El egoísmo noble reside en esa persona que comprende que se beneficia, y así beneficia a otros.
El egoísmo vulgar sería el de no me beneficio yo y tampoco los otros.
En el altruismo, si googleamos aparecen definiciones como:
“Tendencia a procurar el bien de las personas de manera desinteresada, incluso a costa del interés propia”.
Son definiciones que pasan por alto un principio fundamental: cada persona es un fin en sí misma. Nadie es un medio para los fines de otro.
Cuando escucho la voz de lo profundo, la guía interna, esa es la manera en la que voy a ofrecer al mundo mis mejores flores, mis mejores frutos.
A veces no es obvio, pero si es genuino es así. No es obvio porque tenemos distracciones, o espejos que nos distorsionan. Nos llegan críticas y opiniones constantemente, aún no pidiéndolas.
Un ejemplo que mi guía filosófica, Mónica Cavallé, ponía con el que me siento en sintonía y me representa:
“ Para escribir necesito un clima casi autista. Estar en mi absoluta presencia sin atender nada del mundo externo. Pudiendo crear escritos y sesiones que comparto y me benefician a mí y al mundo”.
El falso altruismo: una persona que no tiene un eje propio, sino que se desdibuja, dejando de aportar algo genuino, creativo y propio.
Esto está muy conectado con una creencia que interfiere en el crecimiento espiritual y en el amor genuino.
Si creo que el amor se da cuando me sacrifico por ti,
entonces, me encuentro con la creencia de que tú me amas cuando te sacrificas por mí.
Inconscientemente elaboramos la idea de que el amor es una estado de SACRIFICIO.
Si yo no me respeto a mí misma, no respeto mi integridad, no me comprometo con la tarea más vital: la de ser yo misma.
No voy a respetar la integridad y autonomía de los demás.
Aunque diga que los amo, no voy a poder amarlos de una forma sabia.
No es un amor sabio por mucho que haya construido un yo superficial/ideal dador, amoroso, entregado, sacrificado.
Y esto nos lleva a un patrón muy profundo, un bloqueo del AMOR.
Curiosamente, al falso altruista, le suele inquietar y ofender que le llamen Egoísta.
Si esta persona eres tú, no te ofendas, celebra que estás en un camino que arroja luz a tu sufrimiento y paralización de tus dones.
“El egoísmo no es vivir como uno desea vivir, es pedir a los demás que vivan como uno quiere vivir.“
Te dejo un riquísimo texto de Óscar Wilde, leélo con atención:
“Se llama egoísta a un hombre si vive en la forma que él cree más conveniente para la completa realización de su personalidad, cuando en realidad el principal objetivo de su vida es su propio desarrollo. Pero ésta es la forma en que cada uno debiera vivir. El egoísmo no consiste en vivir como uno desea, sino en pedir a los demás que vivan como uno desea vivir.
La falta de egoísmo es la no interferencia en la vida de los demás. El egoísmo siempre tiende a crear alrededor suyo una absoluta uniformidad de tipos. La ausencia de egoísmo reconoce a la variedad infinita de tipos como algo encantador, la acepta, la aprueba y la disfruta.
No es egoísta pensar por uno mismo.
El hombre que no piensa por sí mismo, no piensa. Es burdamente egoísta exigir que el vecino piense de la misma forma y tenga las mismas opiniones que uno.
¿Por qué iba a hacerlo? Si puede pensar por sí mismo, probablemente pensará de forma diferente. Si no puede pensar, es monstruoso pedirle algún tipo de pensamiento
[..]
Una rosa roja no es egoísta por querer ser una rosa roja, sería horriblemente egoísta si quisiera que las demás flores del jardín fueran rojas y rosas.
Bajo el Individualismo (Aristótles se refería como Individualismo noble) la gente será completamente natural y carecerá en absoluto de egoísmo, y conocerá el sentido de las palabras y lo expresará a lo largo de sus vidas hermosas y libres. Ni tampoco serán ególatras los hombres, como lo son ahora.
Pues el ególatra es aquel que tiene exigencias sobre los demás, y el Individualista no deseará eso.
No le brindará placer. Cuando el hombre haya comprendido el Individualismo comprenderá también lo que es la simpatía y la ejercerá libre y espontáneamente. Hasta el presente el hombre apenas ha podido cultivar la simpatía. Ha sentido simpatía solamente por el dolor, y la simpatía por el dolor no es la forma más elevada de simpatía.
Toda simpatía es bella, pero la simpatía por el sufrimiento es la menos bella. Está matizada de egolatría. Puede llegar a ser morbosa.
Existe en ella un cierto elemento de terror por nuestra propia seguridad. Es el miedo de ser nosotros mismos el leproso o el ciego, y que a nadie le importe.
Así el concepto resulta curiosamente limitativo.
Uno debiera simpatizar con la vida en su totalidad, no solamente con los dolores y las enfermedades sino con las alegrías y la belleza, y la energía y la salud, y la libertad de la vida.
La simpatía considerada con amplitud es por supuesto la más difícil. Requiere más generosidad.
Cualquiera puede simpatizar con los sufrimientos de un amigo, pero se requiere una naturaleza muy bella –se requiere en realidad la naturaleza de un verdadero individualista- para simpatizar con el éxito de un amigo.
“El hombre encontrará felicidad en la contemplación de la felicidad de los demás”
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Te voy a dar una muy buena noticia: todo cambio está más en tu mano de lo que tal vez seas consciente a día de hoy.
Todo comienza en la Observación.
Esto lo dejo para otra carta.
Nos leemos, pensando con mirada crítica y conectando con nuestro criterio propio.
Tus contestaciones siempre son bienvenidas, sugerencias de temas a tratar, cuestiones y reflexiones.