Una de las preguntas que suelo hacer a otras personas, en vez de cómo estás o cómo es tu vida, es si se consideran una persona Feliz.
Algunos se quedan algo perplejos ante la pregunta. A otros, les divierte. Por mi experiencia es una pregunta tan íntima como ¿has hecho el amor hoy?, ya que ser capaz de ser honesto con uno mismo requiere de una desnudez total del alma, y así confrontar si uno es feliz, pretende ser feliz o está obsesionado en la búsqueda exhaustiva de la felicidad.
Leí un artículo muy interesante de cómo exponía esto de la felicidad entrelazado con la espiritualidad. Independientemente de que sientas la espiritualidad como algo intrínseco al ser humano o algo que no va contigo, ESTO va contigo. Que todos queremos estar bien y felices es un acuerdo común.
En la lectura había una conversación entre dos personas en las que se preguntaba una a la otra si se consideraban “felices”, a lo que ambos respondieron que sí.
Vamos a ponerles nombre para que sea más fácil, Álvaro y Carlota serán los protagonistas de nuestra historia.
¿Cuál es tu criterio para definir la felicidad y cómo has llegado a este estado de felicidad por ti mismo? – Comenzó Carlota.
Me esfuerza por elevar mi conciencia y experiencia consciente en todo momento – Álvaro respondió
Añadió Álvaro, que intenta ver lo mejor de cada situación. Maximizar sus oportunidades. Cuando se encuentra con gente, incluso extraños, intenta conectar con ellos desde un lugar de pureza. Intenta ver a las otras personas como un reflejo de su propia esencia y siente un amor genuino hacia ellos como resultado.
Carlota le pregunta si se siente así de forma consistente. A lo que él responde que hay días en los que le sale de forma más natural que otros. Algunos días requiere de un esfuerzo mayor ya que la mente le juega la mala pasada de verse separado del resto del mundo y lo lleva a sus “viejos patrones y condicionantes». Álvaro le cuenta que medita dos veces al día para re-conectar con la vastedad y que cada vez que encuentra su mente recayendo en patrones habituales de pensamiento se toma un momento, se sienta y vuelve a ese lugar de quietud. Lo utiliza como un momento de agradecimiento por todas las cosas que tiene, la gente que conoce, la naturaleza. En sus paseos incluso se para a menudo y da gracias a los árboles y los pájaros. Esto le llena de una sensación de bienestar.
Con su familia o amigos, intenta no perderse en el drama. Claramente puede ver el dolor físico y mental de otros, e incluso cómo le afecta a él mismo cuando interactúa con ellos. Por lo que permanece vigilante para no dejarse consumir por el conflicto y de este modo mantiene su paz mental incluso cuando está rodeado por el caos.
Cuando está sólo, se mantiene alerta de su mente y pensamientos. Lleva cuidado de no dejar que su mente vague hacia ciclos de pensamiento negativo. Cada vez que se percata de que sus pensamientos se están desviando de las circunstancias presentes, gentilmente trae su atención de nuevo adónde está en ese momento presente. Y de esta forma, Álvaro es capaz de permanecer presente, en calma y feliz.
Suena fantástico – Carlota remarca -has logrado algo por lo que muchas personas luchan.
Álvaro se alegró de oírla decir eso. Y le preguntó si ella quería compartir su propio «secreto de la felicidad» con él.
Carlota se rió y dijo- Mi secreto es que hago exactamente lo opuesto.
Álvaro sonrío confuso y la animó a que le contase más.
Carlota prosiguió- bueno, no trato de ver lo mejor en las situaciones. A veces lo que yo veo es bueno, a veces lo que veo está francamente podrido. Soy consciente de que gran parte es mi propia proyección y puede que no refleje con precisión la situación en sí, pero lo acepto.
Ella añade que su perspectiva mejorará naturalmente a medida que su visión mejore y eso se ha ido desarrollando en una trayectoria ascendente durante años, así que tiene poco de qué preocuparse.
Carlota le cuenta que cuando conoce a gente no intenta conectar con ellos. Sólo conecta si siente una inspiración o algo especial, y consecuentemente esa conexión ocurre por sí misma sin ella buscarlo o quererlo, pero lo que lo hace muy especial es que sucede cuando no lo espera.
Aparte de eso, para ella un extraño es solo un extraño, un cajero es solo un cajero. Por supuesto, es consciente de que hay mucho más allá, pero para sus propios fines a medida que se mueve y funciona por el mundo, eso es todo lo que necesita que sean. De vez en cuando, las circunstancias requerirán repentinamente que un extraño revele más de sí mismo o que de repente encuentre una conexión inesperada con un cajero sobre algo tan aleatorio como una alergia a las nueces compartida. Y cuando eso sucede, siempre está agradecida por el giro fortuito de los acontecimientos. Pero no busca tales experiencias.
Ya casi nunca medita. Carlota le cuenta que no tiene ganas de conectar con esa sensación de amplitud o silencio. Durante muchos años se sentaba a meditar con ese expreso propósito. Ahora, esa amplitud la busca cuando menos la espera. Puede que esté haciendo cola en el supermercado y en medio de una multitud y luces fluorescentes, de pronto toda la sala se vacía y está ahí de pie en un espacio vasto. Disfruta muchísimo de esa experiencia, pero luego vuelve a estar en la cola con otros clientes quejumbrosos impacientes y acepta eso también. Esos momentos de amplitud inesperada se sienten como si su canción favorita llegara de repente a la radio. Hay una cierta alegría que no está muy presente cuando pones esa canción intencionalmente en Spotify.
Cuando está con familiares y amigos, a menudo se deja llevar por el drama, los cotilleos, los conflictos, los chismes y demás. En medio del drama, es muy consciente del condicionamiento del dolor en los demás, así como en sí misma, pero no lo impide ni obstaculiza. A su modo de ver, el dolor tiene que resolverse solo, no está diseñada para resolverlo. Y se resolverá buscando escenarios que lo provoquen y lo lleven a la superficie para ser presenciado una y otra vez (esto es lo que yo relacionaría fuertemente con la VULNERABILIDAD). Dice Carlota, que su único trabajo es estar presente para presenciarlo cuando suceda. No alterarlo de ninguna manera.
Cuando está sola, su mente vaga como un animal salvaje donde quiera correr. Ya sea para descansar en silencio, explorar un callejón oscuro de su psique, roer sin descanso un solo pensamiento una y otra vez, simplemente soñar despierta, elaborar estrategias sobre cosas que se volverán intrascendentes en el próximo momento, quejarse de algo, en algún lugar, alguien o simplemente burlándose de paradojas existenciales sin sentido: “mi mente es su propio animal, una bestia que no funciona bien enjaulada”. De hecho, sigue Carlota “nuestra relación de confianza se ha construido durante décadas después de que mostrara una disposición inicial para liberarla. Desde entonces, siempre ha regresado sin fallar y nunca me ha decepcionado”.
Entonces le dijo Carlota que, aunque se sentía lejos de ser una persona pacífica y tranquila, no obstante, es feliz. De hecho, la felicidad es más o menos su modus operandi estándar.
Al escuchar esto, Álvaro parecía un poco perturbado.
— Luego le preguntó— ¿cuál crees que es la diferencia básica entre la felicidad tuya y la mía?
Contestó Carlota a Álvaro que su felicidad parecía requerir un mantenimiento constante, mientras que la de ella se mantenía prácticamente sola.
Entonces, inesperadamente, el rostro de Álvaro comenzó a temblar, y las lágrimas comenzaron a correr por él.
—Carlota lo rodeó con el brazo y le preguntó—¿Qué sientes?
Y confesó que estaba absolutamente cansado. Que la constante vigilancia que había mantenido durante todos estos años contra su propia mente prácticamente lo había aniquilado. Su felicidad, explicó, siempre estuvo impulsada por una sensación de ansiedad más profunda. Que su paz y serenidad siempre dependían de si era capaz de hacer frente a la oscuridad y la frustración siempre acechando justo debajo de la superficie esperando tragarlo por completo.
—No tengo la misma relación con mi propia mente que tú Carlota — decía Álvaro.
Su mente era algo en lo que no podía confiar y por eso siempre intentaba domarla, guiarla, domesticarla, enseñarle una forma de ser en la que no gravitaba naturalmente. Y se sentía cruel como resultado de ello.
Carlota le respondió que lo entendía. Porque así es como había funcionado ella misma durante muchos años.
Entonces, ¿Qué cambió? – Álvaro le preguntó
—Me he dado cuenta de que hay dos tipos de felicidad: una es un pico, como cuando te tomas una droga y estás drogado por un agente externo, y la otra es una experiencia estándar. Y me había hecho experta en alcanzar los picos, pero mi línea base, estándar, ya no tenía ningún efecto, nunca era suficiente, más bien inaceptable —contestó Carlota.
Sin embargo, la realidad era que los picos siempre fueron de corta duración y se alcanzaron solo por esfuerzo, mientras que la línea de base, la felicidad estándar es donde volvía naturalmente cuando estaba en reposo. Entonces, se preguntó Carlota: ¿cuál es más confiable? ¿Debería concentrarme en elevar mi ser más elevado o debería enfocarme en la versión más baja de mí?
Y así cambió su perspectiva. Y descubrió que la versión más baja de sí misma era la más baja por una razón. No había forma de perfeccionarla o elevarla. Quién podía ser en su peor día, es la persona que necesitaba aceptar. Era una pequeña humana horrible y ser ella es lo que había evitado prácticamente cada hora de vigilia usando meditación, pensamiento positivo, agradecimiento, etc.
Esa versión de Carlota estaba lejos de ser feliz. Era una desgraciada miserable, no querida por todos, incluida ella misma. Alienada, incomprendida y sola, no es de extrañar que fuera tan infeliz. Guiñándose en su propia miseria y oscuridad durante décadas como Gollum, sus preocupaciones eran puramente para ella, puramente basadas en la supervivencia.
En el momento en que entendió esto, entonces toda la ecuación de felicidad para ella cambió. Las experiencias pico dejaron de tener sentido para ella. No le importaba cuántos momentos de pura alegría pudiera tener seguidos. Si todavía había aspectos de ella viviendo en la oscuridad y la alienación, entonces la felicidad no era el caso.
Desde que comenzó a pensar en sí misma menos como persona y más como ecosistema, los deslumbrantes desequilibrios se volvieron inevitables. La palabra «felicidad» adquirió un nuevo significado entonces. Un ecosistema «feliz» es un ecosistema “equilibrado».
Mientras que anteriormente su comprensión de la felicidad se limitaba a las experiencias de «sentirse bien», esta nueva comprensión podía aceptar que todo tipo de experiencias tenían su lugar. Un ecosistema equilibrado aún manifiesta agresión y violencia. El lobo todavía caza al venado. Las bacterias aún aniquilan rebaños enteros. Pero todo sucede en proporción, de modo que el ecosistema mismo permanece estable. Por lo tanto, existe una inteligencia que trasciende nuestras ideas de comportamiento y experiencias «buenas» y «malas» que es capaz de crear ese tipo de orden exquisito.
Entonces, también dentro de ella, había varios elementos en competencia y en conflicto que, sin embargo, tenían el potencial de manifestar un orden exquisito y una experiencia de armonía si solo fuera guiada por una inteligencia más allá de la que mi cerebro racional binario, que pensaba en términos de negro o blanco, era capaz.
Permitiendo que todo suceda.
Carlota continuó “Aprendí a verme a través de los ojos de un cineasta de vida salvaje. Observando, curiosa, fascinada, aprendiendo pero nunca interviniendo en la dinámica mientras se manifestaba. Permitiendo que todo se desarrolle solo, las partes buenas y la mierda.
Y con el tiempo, el ecosistema recuperó el equilibrio como había pensado que lo haría. Y el resultado final fue una sensación general de bienestar, armonía y felicidad sin la necesidad de gastar un gramo de esfuerzo para lograrlo»
Álvaro se sentó, mirándola en silencio y sonrió. Carlota le preguntó por qué estaba sonriendo. Y él respondió:
«Es como si hubiera estado esperando toda mi vida a que alguien me dijera lo que acabas de decir».
Artículo Original en Inglés:
http://advaitaholics.com/baseline-happiness/