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Desde hace un par de años, casi todos los días, publico al menos una foto al día en Instagram.

Todos los días, solía pasar una cantidad considerable de tiempo en mi teléfono, no sólo posteando, pero cotilleando cuántos me gusta tenía y de quién provenían. También quién comentaba y lo que otros estaban publicando.

Cada vez que conseguía una nueva cantidad de seguidores o ¨likes¨ me sentía incluso emocionada, una especie de adrenalina recorría mi cuerpo.

 

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Pensé, y todavía pienso, que es un poco (o mucho) enfermizo. Básicamente, lo que clasificamos bajo el término adicción.

¿Necesito a otros para sentir amor propio?

¿Hay realmente alguien que toma fotos y las publica puramente para otros y no encuentra satisfacción en el hecho de verse a sí mismo en la foto?

¿Es incorrecto cultivar autoestima desde esa fuente

¿O no tiene nada que ver con el amor propio, sino con el narcisismo?

¿Estamos tan desconectados de nosotros mismos y de los que nos rodean que necesitamos personas totalmente desconocidas para confirmar lo hermosos que somos?

Se convirtió en una herramienta tan importante en mi vida que afectó mis relaciones personales.

Me metí en discusiones con mi pareja por no prestarle atención a él, sino a la pantalla, apresurándole a enviarme las últimas fotos que sacamos para que pudiera decidir cuáles publicar en el tiempo exacto que yo pensaba que era el pico de audiencia.

He estado con amigos y familiares y totalmente inmersa en mi dispositivo como si el mundo sólo existía dentro de la pantalla, y no al contrario.

El otro día mientras enseñaba un taller observé que la mitad de los estudiantes estaban con sus teléfonos dentro de la Shala. Desde el principio, ya estaban publicando lo que estaba sucediendo, cuando estaba explicando un asana o demostrándolo. Además, si el estudiante necesitaba un ajuste, específicamente en este caso, el estudiante quería o necesitaba que alguien lo estuviera grabando para ser publicado en directo. La desconexión estaba realmente ocurriendo. En una clase regular no lo permitiría, personalmente creo que es una falta de respeto hacia su propio ser, hacia los demás estudiantes y hacia el profesor. Sin embargo, en un taller donde diferentes personas con diferentes orígenes y estilos de práctica se reúnen es difícil para mí establecer un límite. No quiero que sientan que estoy siendo intrusiva o demasiado severa, ya que el yoga es una práctica de compasión y amor donde desarrollamos la flexibilidad corporal, pero más importante aún la mental.

No estoy manifestando si esto es correcto o está mal. Sólo estoy planteando la pregunta: ¿Dónde están los límites? ¿Hay alguno en absoluto?

En los últimos meses he estado reflexionando cada vez más sobre este tema. Decidí finalmente ir fuera de las RRSS por unos días. Me desconecté durante 72 horas completamente de todos los medios de comunicación social, y no morí 😉

De hecho, viví más.

Podía observar como lo hice en el pasado, la gente y escenarios alrededor de mí inventando historias sobre ellos y sus vidas. Disfruté de la naturaleza, la ciudad, la nieve, el frío, caminar, sentir, oler y respirar. Viví con más conciencia.

Me sorprendí queriendo publicar algo en tiempo real, y me dije: «No lo voy a hacer» y me pregunté «¿para qué?». Esto es solo mío. Este momento sólo me pertenece, y eso está bien.

Cuando volví al ¨mundo conectado¨ lo hice con menos ansiedad y necesidad. Me ayudó a usar mi teléfono y redes sociales con más control. Estoy eligiendo mejor qué y cuándo compartir, teniendo en cuenta quién está a mi alrededor y cuál es el propósito.

A pesar de la cantidad de tiempo que paso en las redes sociales, todavía lo uso como una de las principales herramientas para el trabajo, pero con más conciencia. Por ejemplo, si no publico en el tiempo exacto que se espera, no es el fin del mundo. Si un patrocinador o co-anfitrión no lo entiende, es su problema no el mío.

Los mIMG-20161224-WA0020edios sociales no van a gobernar mi vida y tampoco deben gobernar la de nadie. Debemos gobernar las RRSS, como hacemos con la práctica de asanas, la cual es una herramienta para gobernar nuestros pensamientos.

Feliz selfies a todos;)

Amor y luz,

Nita.

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