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Cada oportunidad que tengo acudo a Villa Rodríguez Rivero, donde soy recibida con amor, ternura y mucha ilusión.
Es un lugar especial por la composición de la familia en cuestión, cada uno de sus habitantes posee una esencia y característica única que convierte mi estancia en una experiencia enriquecedora, sobre todo a nivel intelectual.
En mi última visita no tuve la ocasión de interaccionar con todos los habitantes pero sí de que llegase a mis manos un breve y particular ensayo, llamado: Las leyes fundamentales de la estupidez humana (Carlo M. Cipolla). He de subrayar que cuando leía las palabras del autor mi mente visualizaba al Sr. “Zipote” contándomelo como si fueran sus propias ideas.

 
¿Y de qué trata este ensayo?
Nos cuenta de forma concisa los tipos de personas, que a su parecer, podemos encontrar en este nuestro planeta Tierra.
He de aclarar primero las leyes básicas para luego clasificar a las personas.
1. “La primera ley fundamental: Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circula por el mundo.
2. La segunda ley fundamental: la probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica.
3. La tercera ley fundamental (Ley de Oro): una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.
4. La cuarta ley fundamental: las personas no estúpidas subestiman siempre el poder nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.
5. La quinta ley fundamental: la persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.
Entonces a partir de las leyes podemos comprender mejor las clases de personas:
– Los Incautos: cuando un individuo comete una acción y obtiene una pérdida, al mismo tiempo que procura un beneficio a otro individuo.
– Los Inteligentes: cuando un individuo comete una acción de la que obtiene un beneficio y al mismo tiempo procura un beneficio a otro individuo.
– Los Malvados: cuando un individuo comete una acción y obtiene un beneficio, al mismo tiempo que causa un perjuicio a otro individuo.
– Los Estúpidos: lea la ley Tercera o Ley de Oro.

E = la cuota de personas estúpidas en el seno de una población.
Tanto si consideramos la época clásica, la medieval, la moderna o contemporánea, nos impresiona el hecho de que todo país en ascenso tiene su inevitable porcentaje E de personas estúpidas. Sin embargo, un ascenso tiene también un porcentaje insólitamente alto de individuos inteligentes que procuran tener controlada a la fracción E, y que, al mismo tiempo, producen para ellos mismos y para los otros miembros de la comunidad ganancias suficientes para que el progreso sea un hecho.
En un país en decadencia, el porcentaje de individuos estúpidos sigue siendo igual a E; sin embargo, en el resto de la población se observa, sobre todo entre los individuos que están en el poder, una alarmante proliferación de malvados con un elevado porcentaje de estupidez y, entre los que no están en el poder, un igualmente alarmante crecimiento del número de los incautos. Tal cambio en la composición de los no estúpidos refuerza, inevitablemente, el poder destructivo de la fracción E de los estúpidos, y conduce al país a la ruina.” (Carlo M. Cipolla)

 
En definitiva, estamos rodeados de incautos, malvados y sobre todo estúpidos, por ello tratemos de comportarnos por beneficio de todos de la forma más inteligente posible, aunque desesperanzadamente el autor concluye que las personas estúpidas lo son de forma innata, es decir, que la madre naturaleza los ha creado así y no hay posibilidad de cambio.
Nos queda la consciencia que debemos utilizar para evitar a los malvados y estúpidos especialmente, a los incautos en la medida de lo posible y asociarnos o relacionarnos con los inteligentes, más que nada por el bien de la humanidad.

Con amor a la familia Rodríguez Rivero.

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