Él estaba ahí. Sabía que era él por su rostro pero en realidad no reconocía esos ojos llenos de furia e ira.
No estaban solos, había más gente con máscaras, él era el único con la cara descubierta.
Ella rodeada de toda esa gente debía sentir miedo, un miedo terrible e incontrolable, contra todo pensamiento «racional» ella tan sólo estaba expectante. No sentía miedo, y por ello no podría sufrir, incluso se encontraba preparada para sentir dolor, pero ello no le asustaba.
Él comenzó a humillarla delante de toda esa gente, la arrastraba, zarandeaba y golpeaba, de vez en cuando los otros intervenían tocando su cuerpo bruscamente y forzándola a deseos sexuales asquerosos.
De repente todas las máscaras desaparecieron, solamente quedaban Él y Ella. Él la miraba con una expresión sucia en su cara, con una medio sonrisa que quería transmitir odio, agonía, en realidad lo que sucedía es que estaba perdido, no había encontrado el camino hacía la «iluminación». Toda la energía que poseía se había convertido en negativa y autodestructiva.
Se conocían desde hacía un año, pero su relación había sido especialmente intensa en los últimos meses, incluso los sentimientos parecían aflorar entre aquellas dos personas que creían haber encontrado algo vital una en la otra: la búsqueda de la verdad.
Ella conocía su singular frialdad, de hecho siempre le había parecido atractiva, pero en aquel momento era como si esa frialdad se hubiese apoderado totalmente de Él, no quedaba ni un resquicio de ternura o comprensión.
Ella era consciente de que esto podía pasar, pero nunca pensó que realmente sucediese, que llegasen al punto donde la oscuridad no te deja ver absolutamente nada, tus sentidos empiezan a anularse y tan sólo queda la inconsciencia. La inconsciencia inutiliza la parte racional, es peligrosa y dominante.
Él era una buena persona, ella estaba convencida de ello, a pesar de tenerlo justo delante en ese instante observándola con ganas de acabar con ella.
Así lo hizo. El cuerpo de ella se fue con una expresión de total comprensión, sin odio.
Su alma quedará grabada en el interior de Él de forma perpetua.