Yom Kipur es la conmemoración judía del Día de la Expiación, perdón y del arrepentimiento de corazón o de un arrepentimiento Sincero.
En términos religiosos para mí, como es bien sabido, no supone absolutamente nada, pero si miro más allá permito que la religión se convierta en historias que tienen un fin: aprendizaje mediante la fantasía. Aprender sobre el perdón, el amor o la amistad. Entonces encuentro un significado, y mi curiosidad me ayuda a sobrepasar los límites divinos para que sentada sobre una montaña de arena pueda seguir fascinándome mientras continuo respirando la brisa del mar y me doy cuenta de que estoy viva.
Yom (día) Kipur (deshacer tus pecados), yo lo interpreto como volver a ser puro. Ya que este día se celebra después del año nuevo judío con lo cual tiene mucho sentido. Empezar un nuevo periodo al igual que en la religión cristina con las navidades y el año nuevo.
Pero lo que me fascina de este día es el SILENCIO. Debido a que el tema central es la expiación y la reconciliación, todo los esfuerzos han de estar concentrados en orar y reflexionar sobre lo que has hecho mal. Comer, beber, mantener relaciones sexuales, conducir, bañarse, cocinar, ver la televisión, encender el ordenador…prácticamente todo está “prohibido”. Al ser un día de expiación, es un día de castigo, de sufrimiento.
Obviamente no para mí, que es un día de disfrute como cualquier otro pero con la ventaja de que todo es pacífico y silencioso en cualquier punto del territorio Israelí.
De camino a la playa me comentan mis amigos que no me extrañe si nos encontramos por el camino gente dispuesta a tirarnos piedras, ya que para ellos nosotros somos unos pecadores intolerables.
Decido poner la radio y “wuala” un sonido estático molesto para los oídos es lo único que se puede escuchar. La televisión no tengo oportunidad de encenderla porque hace años que prescindo de ese aparato, sin embargo me cuentan que ninguna emisora nacional retransmite, sólo es posible ver un fondo negro junto al sonido estático y molesto.
Me sorprendo, sí, este país no deja de asombrarme con sus extremos. Con su libertinaje y con su fanatismo. Con sus maravillas y sus sorpresas.
El ayuno junto con el resto de sacrificios tiene un fin, pedir perdón a Dios. El único día que el cielo se abre para que puedas hablar directamente con él y ser perdonado, purificado. Esto sólo ocurrirá si todas las personas a las que has herido te perdonen, sino lo hacen Dios no podrá perdonarte.
Y la pregunta ineludible es ¿qué se debe hacer este día?
Rezar. Reflexionar sobre todo los errores cometidos y volver a empezar.
Las personas amadas de las que me rodeo llaman a este día en vez de Yomkipur → Poikipur.
“Poike” es lo llamado a una cacerola de acero ondeada de tres piernas metálicas, frecuentemente utilizada en Israel principalmente para guisar al aire libre a la leña. Lo interesante es el proceso que conlleva más que lo que se cocina que inevitablemente será sabroso independientemente de los ingredientes y condimentación. Conlleva más de dos horas entre preparación y cocción.
Tradicionalmente ha sido cocinado con carne. En nuestro caso cocinamos dos “Poikes” uno omnívoro y otro vegano. Sin conflictos y con respeto todos disfrutamos a nuestra manera de yomkipur o poikipur.

Las creencias y supersticiones siguen en el mismo estado en el que las etiqueté en aquel primer post en este blog.
El ateísmo, con su negación de los dioses, es a la vez la afirmación más vigorosa del ser humano y, a través de este último, el sí eterno a la vida, al sentido y a la belleza. (Emma Goldman)

 

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